ANÉCDOTAS NOTARIALES E. JORGE ARÉVALO

PRESENTACIÓN:

ME PERMITO REMEMORAR   UNA ANÉCDOTA CUYA FUENTE  SE  ENCUENTRA EN  LAS NARRACIONES QUE ME  HICIERA  HACE  AÑOS  EL ESCRIBANO HÉCTOR ESTEBAN TAMAGNO.

ESTA EVOCACIÓN   CONLLEVA UN  SINCERO HOMENAJE  A LOS COLEGAS DE  LAS DISTINTAS DEMARCACIONES DEL PAÍS  CUYOS  TESONEROS ESFUERZOS  HICIERON POSIBLE  LA SANCIÓN DE  LAS  LEYES ORGÁNICAS  NOTARIALES.

  1. UNA CENA ACCIDENTADA EN  EL COLEGIO NOTARIAL

La  perseverante tarea  desplegada por el  destacado escribano  Antonio  Lorenzo  Colomar, durante sus mandatos como presidente del Colegio de Escribanos de la Provincia de Santa Fe,   que alcanzara su cenit con  la sanción  de  la  Ley  Orgánica Notarial Santafesina  (ley  3330)   se enmarca en el espectro de los tesoneros esfuerzos  llevados a cabo a nivel nacional  por el notariado durante las primeras décadas del siglo XX, teniendo en miras  su organización institucional.

Entre  los objetivos expresados en  las  leyes  orgánicas notariales,  se incluye  uno  de especial  trascendencia:  el  estímulo  de la  camaradería entre los  colegas.  No  resulta novedoso recordar  que  los eventos gastronómicos,  abundantes en comidas y bebidas,  contribuyen desde tiempos  inmemoriales  a  la consecución  de ese propósito.   Los romanos y  pontífices renacentistas  eran muy versados en  la materia,  con  la particularidad de que  tales banquetes resultaban en ocasiones  sumamente útiles para  desvincularse de algún rival molesto,  mediante el agregado de  suficientes dosis de veneno a las copas  que gentilmente  se servían a los invitados…  El Papa  Rodrigo  Borgia (Alejandro VI), entre otros personajes históricos,  aplicó con eficacia el procedimiento  referido en su perenne lucha con sus innumerables rivales…

Los  hechos  que aquí  se  rememoran    ocurrieron en ocasión de  una cena realizada durante el siglo pasado, en  la histórica  sede de calle Córdoba 1848 en  la etapa de aquellos años fundacionales  del  Colegio,  durante el transcurso de  la década del  50.

La opípara  cena ,  servida en aquel  entonces  por  el  casero del  Colegio  Luigi Bocchi,  un talentoso  italiano  que  arribara a nuestras playas  finalizada la Segunda Guerra Mundial,  había alcanzado su punto culminante.

Pausadamente  los colegas  se  retiraban  de la  sede ganando  la calle.     Más  de uno  se desplazaba  con mucha cautela,   midiendo  sus  pasos  en un intento  tendiente   a  paliar  la inevitable disminución  de  sus reflejos,    efecto previsible  de  la generosa  ingesta   de comida,  regada con abundantes cantidades de  vino y  las infaltables  copas de sidra o champagne,  acompañado el aromático café con coñac o  generosas medidas de selecto  whisky escocés,  bebida esta última  que según  susurraban  algunas  malas lenguas,   fuera  adquirida en aquella ocasión  eludiendo  molestas  restricciones aduaneras.. .

Ocurrió  un accidente  previsible:   un conspicuo fedatario,  bajo  los  efectos  de un significativo  grado de alcoholemia, trastabilló mientras bajaba por la escalinata que conduce a la puerta de entrada  concluyendo su  salida de la sede institucional  tumbado en la vereda  y  acusando  algunos golpes en la cabeza, matizados con algún sangrado.

Inmediatamente  un  directivo  se  comunicó con el  médico auditor  de la  Caja Notarial  por  aquel  entonces  el doctor Taltavul,  cuya   vivienda y  consultorio se  encontraban  a escasas tres cuadras del  Colegio,  frente a la céntrica  Plaza Pringles.  Visiblemente fastidiado,   el  galeno se limitó  a dar instrucciones telefónicas  relativas  a  los  primeros auxilios y  cortó la comunicación.  No se incluía entre sus planes trasladarse a esas altas horas de la noche a la sede del Colegio para atender  al  colegiado cuyas magulladuras, resultado de sus  imprudentes excesos gastronómicos, no revestían mayor gravedad.

Cuando se disponía a retomar su descanso, no sin antes mascullar algún improperio,  el médico reticente recibió una nueva llamada telefónica.   Al contestar,  escuchó  la  voz inconfundible  del  presidente  del  Colegio  Antonio Colomar: “ doctor ,  si usted  no  se presenta  en el  Colegio dentro de  10 minutos,   el  próximo lunes cesa  en sus funciones como médico asesor de la Caja Notarial”.

En enero de  1977  aquel  galeno,  protagonista de la anécdota que aquí se rememora, en su histórico consultorio sito frente a la Plaza Pringles, examinó con la minuciosidad profesional  que lo caracterizaba a quien esto escribe a los fines de su ingreso como afiliado a la Caja Notarial.

 

Rosario,   29-03-2022.

  1. Jorge Arévalo.

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